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viernes, 15 de septiembre de 2017

PESE A LOS NERVIOS Y MOMENTOS DIFÍCILES, CRISTINA KIRCHNER PUDO HACER SU SHOW MEDIÁTICO



La viuda de Kirchner volvió a mostrar lo que siempre ha mostrado: sus dotes actorales, su autoritarismo, su soberbia y su necesidad de manejar situaciones, por más difíciles que se le presenten. No respondió directamente ninguna pregunta que le formuló el periodista Luis Novaresio, ya que su estrategia fue contestar efectuando comparaciones con lo que hoy sucede en nuestro país o en otras naciones.

Tuvo que soportar momentos muy difíciles e incómodos, pero los pudo sortear apelando a su conocida verborragia y evadiendo la respuesta directa. Cuando el periodista le preguntó si estaba diciendo la verdad, quiso comprometerlo diciendo: "vos sabés que estoy diciendo la verdad" (¡?). Y Novaresio fue muy suave con ella, al decirle que no compartía lo que ella expresaba. Hubiera sido más adecuado decirle que estaba mintiendo...

Pero el momento más llamativo fue cuando llegó el punto referido a los bolsos con dólares que José López revoleaba en un convento. Teatralizó muy bien su respuesta, fingiendo un gran enojo con la actitud delictiva de su funcionario (¡?) y hasta ensayando algo así como un intento de llanto. "He odiado a López como nunca odié a nadie", dijo la expresidente.

Claro, cómo no lo va a odiar si ella sabe muy bien que esos 9 millones de dólares que López llevaba en los bolsos eran suyos... Solo faltó que ella dijera "se quedó con mi plata". El argumento de que cuando se enteró de esa noticia sólo pensó en los niños y sus necesidades, es muy difícil de creer... Seguramente, por ahí no pasó su bronca...

Además de responder lo que ella quiso ante cada pregunta, también se dio el lujo de dar clases de periodismo, reprender a su entrevistado y decirle que su mirada era muy sesgada...  Es evidente que luego de haber quedado mal parada con su llamado a la unidad de la oposición, una arenga que cosechó rechazos dentro del peronismo, recuperó el centro de la escena en su primera entrevista con un medio "no amigo".

Ella se debe sentir victoriosa y satisfecha, luego de la entrevista. El rating alcanzó los 13 puntos. Y al conceder esta entrevista intentó sacarse el estigma de no hablar con la prensa o no ser capaz de resistir las preguntas de un periodista "no funcional" a su figura.

La ex mandataria volvió a desplegar todo su repertorio discursivo: se rió, lloró en cámara, tomó agua, retó a su entrevistador, lo elogió al agradecerle las preguntas que le formulaba y adoptó un tono didáctico o combativo, según las circunstancias.

Llamó la atención que pronunciara en cuatro oportunidades la palabra "puta", para remarcar cómo había garantizado una libertad de expresión al punto de tolerar ser objeto de hostilidad y agravios. Al mostrar sus dotes actorales, ensayó una dosis de humildad, al pedir disculpas a quienes se ofendieron por el hecho de que no le hubiera pasado la banda presidencial a Macri. O cuando realizó una "autocrítica" por el tono –aunque no por el contenido ni por la cantidad– de sus cadenas televisivas.

Y, sabedora de que el tema Venezuela estaría en la agenda, no se privó de hacer una comparación arriesgada: en el país de Maduro "no rige el estado de derecho, pero en la Argentina de Macri, tampoco". Respondió evasivamente la pregunta de si consideraba que en Venezuela había democracia.

Otra de las cosas que produjo asombro, es que se declarara peronista (¡?). ¿Qué pensarán hoy los auténticos peronistas?  La conclusión final es que el show televisivo la instaló nuevamente en el centro de la escena política argentina.

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